A modo de presentación


La obra de Fernando de Villena es, ante todo, una lucha titánica contra el desgaste de las palabras, como si le hubiera sido dado conservar su legado contra el deterioro del tiempo y la proliferación de los nuevos bárbaros. Por otra parte, De Villena conecta con la tradición más renovadora de la literatura española, como la Generación del 98 y, más atrás, con el Modernismo, Romanticismo y Culteranismo. Pero, a la vez, es un autor profundamente imbuido de su tiempo, inserto en el más nuevo paradigma. (G. Morales)

Aunque muchos no lo saben y otros no quieren saberlo, el poeta granadino Fernando de Villena es el autor de uno de los ciclos poéticos más ambiciosos, inquietantes y verdaderamente renovadores de cuantos se han producido en la poesía española de las últimas décadas. Este hecho lo convierte en referente obligado para un entendimiento riguroso de la última poesía española y en modelo cierto de las nuevas generaciones, que ya lo siguen con pasión. (J.Lupiáñez)

23 abr 2013

CULTURA Y MEDIOCRIDAD




                Recientemente, la segunda cadena de Televisión Española viene programando algunas películas francesas actuales. Bastantes de las mismas, ya sean comedias o dramas, poseen una gran calidad e incluso alguna de ellas como “Joyeux  Noël”, del director Christian Carion, puede calificarse como obra maestra.
                Después de ver estas cintas, cualquier español con espíritu crítico llegara a la conclusión de que existe una abismal diferencia entre ese cine realizado más allá de los Pirineos y la mayor parte del que se hace en España. Aquí faltan ideas, sobra grosería y mediocridad, y los ejemplos más representativo de cuanto afirmo  son las películas de Pedro Almodóvar.
                Pero lo verdaderamente grave del asunto es que ese tipo de cine español (tan lejano, ¡ay!, del que rodaron Barden, Berlanga, Buñuel , Martín Patiño o Saura) esté tutelado, mimado, subvencionado por el Ministerio de Cultura.
                Un amigo mío escritor afirmaba en un lúcido artículo que la cultura española de las tres últimas décadas se hallaba controlada por la CIA o por los Servicios Secretos del Estado. No sé si esto será cierto, pero lo que resulta meridianamente claro es que desde los numerosos organismos gubernamentales dedicados a la cultura se apoya y se mima la mediocridad, la falta de crítica, la sumisión, lo insípido, y ello no sólo en cine, sino en todas las artes y las letras.  Todo lo cual se lleva a cabo mediante el bochornoso sistema de premios corruptos y subvenciones, mediante los suplementos y páginas culturales de los diarios vinculados a los dos partidos mayoritarios y mediante el silenciamiento de toda disidencia.
                Esta nefasta política ha llenado el panorama cultural de falsos valores. Nunca en nuestra historia existió una distancia mayor entre lo que verdaderamente posee calidad y lo que se nos ofrece como paradigma. Los creadores valiosos hoy permanecen en el anonimato, salvo en algunas contadas ocasiones como los casos de Alejandro Amenábar o Arturo Pérez Reverte. Este último une espíritu crítico, calidad y reconocimiento. ¿Cómo es que no se lo silenció al igual que al resto de quienes cultivan con dignidad y con estilo propio su arte o su literatura? Sencillamente: porque Pérez Reverte fue muy conocido como corresponsal de guerra y como presentador televisivo antes que como novelista. Con ello puenteó la férrea censura española de nuestro tiempo.
                Y como ejemplo máximo de esa mediocridad elevada artificialmente desde el poder está la obra de J. M. Caballero Bonald, ganador este año del premio Cervantes, un premio cada día más desprestigiado. Pero está claro: no nos vamos a exiliar a Francia a pesar de que en nuestro país la gente, cada vez más manipulada, siga aplaudiendo el traje nuevo del emperador. Aquí tenemos el rioja, el sol, los amigos…


                                                                                                                             Fernando de Villena.